Actividad física: una definición menos estrecha

La actividad física se define tradicionalmente como “cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que resulta en un gasto de energía”. Con esta definición de 1985, sus autores buscaban distinguir entre actividad física, ejercicio y fitness ya que eran términos que a menudo se confundían entre sí y se usaban de manera intercambiable. Esta distinción ayudaría a la hora de comparar estudios relacionados con la salud. Sin embargo, al centrarse en la epidemiología y en la salud, la definición no tenía en cuenta otros aspectos inherentes a la actividad física, como la cognición, la alfabetización física, la cohesión social, el ocio, el transporte o la educación, entre otros. 

Por ello, Joe Piggin se pregunta si esta definición no es demasiado estrecha. Afirma que la forma en que definimos las cosas importa. Delimita los fenómenos y sirve de base para las políticas. La decisión de intervenir o no en un problema social o de salud depende de cómo se enmarque el problema y de las medidas que se utilicen para entenderlo. 

Para él, la actividad física es una cuestión mucho más compleja:

  • Es inherentemente cerebral: abarca la cognición, las emociones, los afectos, la motivación. La actividad física está entrelazada con la mente humana como motivadora de la actividad, como procesadora central de la experiencia y como responsable de recordar y reflexionar sobre la misma. 
  • Es inherentemente social: nos movemos junto a otros, por necesidad, por placer o para competir. La actividad física es productiva, es creadora y creativa, impacta en la sociedad.  
  • Es inherentemente situada: se ve afectada por una gran variedad de valores culturales, condiciones económicas y entornos físicos. Unos son sinergistas de la actividad física y la facilitan y otros son antagonistas. A su vez, la forma en que las personas se mueven en un espacio determinado puede cambiar la forma en que este se usa. Existe una relación simbiótica entre personas, actividades y espacios.
  • Es inherentemente política: la política determina la financiación, los espacios y lugares y el conocimiento experto relacionado con la actividad física. Por ejemplo, decide los recursos dedicados a espacios públicos en los que se realiza actividad física. Por otra parte, elige las razones por las que promover la actividad física. Dar más importancia a unas razones por encima de otras es un acto inherentemente político que requiere de profunda reflexión. Por último, las normas y los valores de una sociedad determinan qué actividades son apropiadas o inapropiadas en cada contexto.

Nueva propuesta

Por todos estos motivos, Joe Piggin propone una definición más amplia e inclusiva. Dice que la actividad física:

“implica personas que se mueven, actúan y se comportan dentro de espacios y contextos culturalmente específicos, e influidos por una variedad única de intereses, emociones, ideas, instrucciones y relaciones”

Como podemos ver, dirige la atención hacia las personas moviéndose por encima de los músculos moviéndose. Además, al incluir los aspectos cognitivos, afectivos y situados, rompe con la impresión de que el cuerpo es una máquina separada de la mente o de su contexto. Cada persona tiene una experiencia de actividad física única, mediada por una amplia gama de factores intrínsecos y extrínsecos que son específicos para ella. 

La actividad física es creadora, como la realizada en cualquier disciplina artística. Es productora, como puede verse en los resultados de una actividad laboral. Es generadora de experiencias emocionales y memorables, como puede ser visitar París, una maratón, actuar en un teatro, jugar con los nietos, el sexo o descender un río en piragua. Todo ello contrasta con el énfasis en el gasto de energía de la definición tradicional. Mucho más es creado a través de la actividad física que lo que se gasta. 

Pese a que la actividad física va más allá de la salud, la mayoría de las veces, las causas por las se promueve están relacionadas con ella. Esta definición holística podría hacer más visibles los derechos y valores inherentes a la actividad física y hacer que tuviera una mayor prioridad en las políticas. 

Conclusiones

La actividad física engloba muchas actividades del día a día, algunas de ellas sencillas o significativas para las personas, que podemos erróneamente no considerar como actividad física y que por tanto podemos erróneamente despreciar a la hora de lograr nuestros objetivos: mejorar la calidad de vida, la salud, educar, investigar, dictar políticas, etc.

Joe Piggin no reivindica la certeza de su nueva definición. De hecho, anima a ampliar las fronteras de la actividad física, conversar críticamente, pensar qué contribuye a ella o qué se crea gracias a ella. Expone que “alejarse de la simplicidad reductora y acercarse a la maravillosa complejidad, contribuirá probablemente a una apreciación más profunda y una comprensión más matizada de la actividad física”. 

Y tú, ¿qué opinas?

Referencias

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